En Lisboa había sol, había mar, camareras que hablaban muy rápido y mecánicos a los que era muy difícil entender.
Vimos un puente, un gato gordo que no hacía caso de nada, una Virgen que daba miedo y un barco enorme que parecía que se movía pero estaba quieto.
Un día cruzamos el puente, nos hartamos de subir y bajar cuestas, sobretodo de subirlas. Hicimos chinos de espuma y pasamos calor.
Desayunamos en el aeropuerto y se pasó el tiempo volando. Volvimos sobre ruedas y cuando llegamos se había acabado el verano.
Después llegó el otoño, luego el invierno, la primavera y empezamos otra vez. Así hasta aburrirnos.
Hoy me he despertado echando de menos Lisboa y encima llueve.
ay tia me encanta el post anterior!!!
ResponderEliminareste también pero I love mi yaya! sobre todas las cosas!! =)
nunca he ido a lisboa, pero ahora me han entrado ganas
No lo había leído, cuando has estado en Lisboa siempre se la echa de menos, y más si llueve. Me gusta.
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